Eduardo Noriega 1

Una breve charla con el escritor Eduardo Noriega, autor de «El Libro Lacre»

1. Eduardo, ¿cómo influyen tus raíces cántabras y leonesas en tu obra literaria, especialmente en ‘Epílogo en sangre’?

Hay coincidencias de algunos lugares comunes, algunos paisajes reales de Cantabria y de León que, convenientemente camuflados, se han convertido en escenario de mis libros. En este último, «Epílogo en sangre», por ejemplo, llevo al terreno de la fantasía el origen del nombre de uno de los dos puentes que permiten la entrada a mi pueblo natal, San Vicente de la Barquera. Más allá de la conversión de andurriales por los que anduve algún día en decorado de mis historias, supongo que el carácter montañés está bastante marcado en mi persona y en varios de mis personajes. Del mismo modo, la afición por los lugares hostiles pero hermosos, como es León en lo más duro del verano y del invierno, se ha visto trasladada a alguno de los pasajes más relevantes de mis textos.

2. ‘Epílogo en sangre’ es la cuarta entrega de la saga ‘El Libro Lacre’. ¿Qué desafíos y satisfacciones encontraste al dar continuidad a esta historia?

Cuarta y última, al fin. Hubo muchos desafíos, muchos. En primer lugar, poner punto final a la historia de un modo que estuviera a la altura de tantas páginas teniendo en vilo al lector. Desde el inicio, desde que la trama se gestó en mi cabeza, tenía muy claro el final, pero los caminos de cada subtrama para llegar hasta ahí, las palabras usadas, lo que le sucediera a cada personaje, qué dejar cerrado y qué dejar abierto… eran decisiones muy importantes que debían tratarse con detenimiento. ¿Satisfacciones? La principal fue la de terminar una historia en la que había invertido tanto. No me gustan los finales a medias y eso era precisamente lo que más lamentaba de las entregas anteriores, que no tuvieran un final, sino un continuará. Tal vez también la de dar un cerrojazo al Camino del Héroe particular que había creado para los personajes principales, respetando sus hitos más característicos, pero a mi modo particular.

3. ¿Podrías describirnos tu proceso creativo? ¿Tienes algún ritual o manía particular a la hora de escribir?

No tengo rituales o manías específicas, más allá de estar en un lugar en que me halle cómodo, con un café o una cerveza en la mesa. Por decir algo, soy un autor que gusta mucho de bares y terrazas. En cuanto al proceso creativo, sin nadie que me haya dicho lo que hacer o dado consejos en este sentido, lo primero que hago al sentarme ante el teclado es leer el último capítulo ya escrito, al completo. Eso me sirve para retomar la historia siempre con detalle, evitando así olvidos por pausas demasiado largas o por mi pésima memoria, y para comenzar mi casi obsesivo proceso de revisiones, que voy haciendo según escribo. Después, trato de seguir la trama que tengo esbozada en un guion aparte, completándola o incluso cambiándola según la inspiración del momento.

4. La ingeniería y la literatura parecen disciplinas muy distintas. ¿Cómo ha influido tu formación en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en tu escritura?

En mucho, diría. Aparte de ayudarme a establecer un método, una mecánica de trabajo que trata de que no me deje nada en el tintero, sepa extraer lo importante y dejar a un lado lo superfluo y cosas de ese tipo, en cuanto a lo que escribo, sin duda se ve reflejado. En mis libros se habla de obras, puentes, cunetas, edificios, química, geología… las distancias están controladas, al igual que los tiempos que tardan en cubrirse, según las velocidades medias que calculo, distintas para cada medio de transporte. Hay momentos de la trama en los que incluso la ciencia de materiales ha tenido cierto protagonismo, algo que parecería imposible en una novela de fantasía al uso, pero sucede en esta. Y luego, por supuesto, están los mapas, hechos por mí mismo, tan importantes en novelas de este género y que son tan similares a los planos con los que trabajo todos los días.

Eduardo Noriega - Sant Jordi
Eduardo Noriega firmando en Sant Jordi

5. ¿Qué autores y libros te han inspirado a lo largo de tu vida y cómo han influido en tu estilo literario?

En el género fantástico, sin duda el profesor Tolkien es la principal influencia que he tenido. Después han llegado muchos que completaron mi bagaje como lector y han dejado su poso en mí como autor: Patrick Rothfuss, R.R. Martin, Louis Cooper o Trudi Canavan, por mencionar solo a algunos. Fuera de este género, me considero un gran admirador de Eduardo Mendoza, que impactó en mí con su maravillosa «Ciudad de los Prodigios» y cada libro nuevo que saca me reafirma en esa predilección, amén de otros, clásicos la mayoría, como Víctor Hugo, Cervantes, Pérez Galdós y sus «Episodios Nacionales», «La regenta» de Clarín, que me fascinó, Dovstoyevski, McCullough y su serie sobre Roma o Posteguillo sobre el mismo tema… ¡Hay tantos que me resulta muy difícil quedarme con solo unos pocos!

6. En tus libros, los paisajes y las criaturas fantásticas juegan un papel crucial. ¿De dónde nace tu inspiración para crear estos mundos tan vívidos y complejos?

Supongo que la gran cantidad de libros de fantasía consumidos sea parte de mi facilidad para esto, ya que hubo una época en que prácticamente no leía otra cosa, hace años. Las demás lecturas influyen igualmente, pues no únicamente un libro de fantasía tiene criaturas maravillosas pululando por sus páginas: un monstruo cualquiera puede provenir de un personaje real al que mi imaginación desvariada le confiera poderes especiales, por ejemplo. El cine y las mitologías de varias culturas, acerca de las cuales he tratado de informarme, también tienen su parte de culpa, por supuesto. Toma una pizca de cada una de estas razones, súmala a mi fértil imaginación que está ahí desde que era un niño y me inventaba juguetes, y tendrás el caldo de cultivo perfecto para crear lo que escribo.

7. ¿Cuál es tu relación con tus personajes? ¿Hay alguno en particular con el que te identifiques o que consideres tu favorito?

Salvo un caso, que no detallaré para que cada uno pueda descubrirlo, aunque creo que quienes me conocen pueden deducirlo sin mucha dificultad, todos mis personajes son completamente inventados. No se basan en nadie en particular. Aunque alguno pueda tener características, nombre o pensamientos tomados de alguien de la vida real, son muy diferentes a ese lejano modelo, o al menos con esa idea los creo. De este modo, no tengo favoritos. Me considero el papá de todos ellos y así, a cada uno de los 265 personajes de «El Libro Lacre» (los tengo contados) le tengo el cariño que se merece. Incluso esos a los que termino matando tienen un lugar preferente en mi corazón.

8. Para concluir, ¿qué mensaje esperas transmitir a tus lectores a través de ‘Epílogo en sangre’ y de toda tu obra en general?

Aunque en muchos de mis pasajes las palabras del narrador o de algunos personajes puedan encerrar mensajes, más o menos explícitos, no soy mucho de dar mensajes con mis novelas. No intento aleccionar a nadie, sino tal vez, solo tal vez, hacer pensar, además de proporcionar unas novelas de bella factura que entretengan y fascinen al tiempo. Soy un simple contador de historias. Pero, si tuviera que escoger alguno, el mensaje podría ser, aunque soy bastante pesimista en general, que la esperanza siempre está ahí, a la vuelta de la esquina, por muy negras que se vean las cosas. También podría ser que la cultura, la ciencia y la educación, como herramientas para el progreso, ayudan más que cualquier ser individuo o cualquier fe a la mejora en todas las civilizaciones. No en vano, el personaje más importante de esta saga es un libro, el Libro Lacre.

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