La era del fast-food literario: ¿Estamos perdiendo el gusto por los clásicos? | Julio Berto

En la era moderna de la literatura, una tendencia preocupante ha surgido: la preferencia por libros cortos y de consumo rápido sobre los clásicos extensos y profundos. Como amante de la buena literatura, me pregunto si estamos perdiendo el gusto por sumergirnos en las obras maestras que han resistido el paso del tiempo.

Es innegable que vivimos en una sociedad obsesionada con la instantaneidad y la gratificación instantánea. En un mundo donde el tiempo es un recurso precioso, muchos optan por libros cortos que pueden ser devorados en una sola sentada, en lugar de comprometerse con obras más largas que requieren tiempo y dedicación para apreciar plenamente.

Esta preferencia por lo breve y lo fácilmente digerible ha llevado a una proliferación de libros escritos por celebridades o figuras públicas, cuya fama parece garantizar el éxito comercial. Sin embargo, ¿qué valor tienen realmente estas obras en comparación con los clásicos de la literatura que han resistido el paso del tiempo y continúan resonando con profundidad y relevancia en la actualidad?

El problema con este fenómeno del «fast-food literario» es que promueve una cultura de la superficialidad y el consumo pasivo. En lugar de desafiar nuestras mentes y expandir nuestros horizontes, nos conformamos con historias superficiales y simplistas que apenas rascan la superficie de la experiencia humana.

Además, al relegar los clásicos a un segundo plano en favor de la literatura de consumo rápido, corremos el riesgo de perder contacto con nuestra herencia cultural y literaria. Los clásicos no solo nos ofrecen una visión profunda de la condición humana, sino que también nos conectan con las generaciones que nos precedieron, permitiéndonos aprender de su sabiduría y experiencia.

Como defensor de la buena literatura, insto a mis compañeros lectores a resistir la tentación del «fast-food literario» y redescubrir el placer de sumergirse en los clásicos. Aunque puedan requerir más tiempo y esfuerzo, las recompensas de esta empresa valen la pena. En un mundo donde la calidad a menudo se sacrifica en aras de la conveniencia, debemos recordar que algunas cosas, como los buenos libros, valen la pena saborear lentamente.

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